El increíble espectáculo de las aves que migran en primavera

  • El increíble espectáculo de las aves que migran en primavera
  • El increíble espectáculo de las aves que migran en primavera
  02/04/2022
Las especies que regresan del sur tras el invierno encuentran en la Marina Alta el ‘área de servicio’ perfecta para hacer parada

Las aves se desplazan hacia el sur antes de que llegue el invierno en busca de territorios más cálidos, donde les será más fácil sobrevivir y también encontrar alimento. Con la llegada del buen tiempo, emprenden el camino de regreso para encarar la época de cría. Es la llamada migración prenupcial, y es precisamente ahora cuando está en su máxima eclosión. Como los humanos, las aves tienen sus propias autopistas, que van de norte a sur y de sur a norte. Una de ellas atraviesa nuestro territorio, que en el mes de abril se convierte en un lugar privilegiado para observar a aquellos ejemplares que vienen para quedarse. Pero también a aquellos que están de paso y deciden hacer parada en la Marina Alta, que no son pocos.

En el marjal de Pego, las Salinas de Calp, la desembocadura de los ríos Molinell, Girona o Alberca en Dénia o en el Saladar de Moraira, muchas aves harán un alto en el camino para reponer fuerzas. La comarca actúa por tanto a modo de ‘área de servicio”, donde las aves -algunas procedentes del sur de África- pueden proveerse del ‘combustible’ y la energía suficiente para llegar a su destino, más al norte.

La migración de las aves es un fenómeno estacional y periódico que se produce en todo el planeta, como indica Joan Sala, experto en ornitología. La nuestra es una de las tres autopistas europeas más importantes, que con las de América (de Canadá hasta Argentina) y las que unen el nordeste de Asia con Australia y el centro de Asia con la India completan el principal ‘mapa de carreteras’ y por lo general los estrecho para dar el paso de un continente a otro.

La ruta más importante del mundo es la del este de Europa, que parte del norte de Rusia y atraviesa el Bósforo y discurre por el este de África hasta llegar al sur del continente. La centroeuropea une el sur de la península escandinava con Italia, Sicilia, Malta y Túnez. De la península escandinava parte también la ruta de Europa Occidental, que incluye a Gran Bretaña y que, tras pasar por nuestro territorio, va a buscar la punta de Tarifa, donde se concentran miles de aves esperando el momento óptimo para pasar el estrecho. “Aprovechan el viento de levante para desplegar las alas y dejarse arrastrar para atravesar los 14 kilómetros que separan un continente del otro”, explica Sala. El poniente no las ayuda y no han de malgastar energías. Muchas tendrán que atravesar el desierto del Sahara en el camino hacia el sur, “y tanto si se desvían hacia el mar como si tocan tierra en el desierto están perdidas, no hay salvación”.

Para orientarse, las aves utilizan distintos mecanismos. Las que se desplazan de día se orientan por el perfil de la costa y también por los campos magnéticos de la tierra, que detectan a través de un minúsculo mecanismo de su cerebro. Las que viajan de noche toman como referencia la posición de las estrellas. El suya no es una decisión aleatoria, sino más bien una estrategia para protegerse del calor -y con ello no malgastar energías- y evitar peligros y predadores.

Como hemos visto, el viaje es largo y hay que estar en forma. Antes de cada migración, las aves se alimentan de forma convulsiva para acumular grasa y generar la energía suficiente que les permita llegar al destino. Algunas pasarán muchos días en el aire sin tocar tierra, recorriendo en algunos casos miles de kilómetros. En el caso del águila pescadora que se intenta reintroducir en la Marina Alta, se comprobó valiéndose del GPS que llevaban cómo algunos ejemplares tardaron 3 días en atravesar el Sahara, unos 2.000 kilómetros, y lo hicieron aprovechando las corrientes de aire favorables.

El récord de vuelo sin escala lo tiene de momento la aguja colipinta, que cría en la Tundra. En el año 2020, un equipo de científicos comprobó que un ejemplar de esta especie recorrió 12.854 kilómetros entre Alaska y Nueva Zelanda -donde pasa el invierno- sin haber tomado tierra en ningún momento. Hizo el viaje en el mes de septiembre y tardó 11 días en recorrer esa distancia. Aunque no es muy frecuente, es posible también ver algún ejemplar de esta especie en la comarca.

¿Solas o acompañadas? Veremos de todo. Algunas migran de forma individual -sobre todo las aves pequeñas, como el mosquitero común- y otras en grupo -las grandes, como las cigüeñas-; en este último caso lo hacen en formaciones en V y cambiando de posición para ahorrar energía, ya que quien tira del grupo es quien más combustible gasta.

La mortalidad es mayor entre los ejemplares jóvenes que viajan solos. A los que sobreviven a las primeras migraciones, la experiencia de vuelo les sirve para ir mejorando la ruta. Especies que migran en grupo como la grulla lo hacen organizadas en familias, de modo que las parejas adultas llevan a los jóvenes del año para que aprendan el camino.

Las aves que viajan ahora hacia el norte y que podemos observar en la comarca realizan la denominada migración prenupcial. Especies más madrugadoras, como las cigüeñas que regresan de África, la hacen entre los meses de enero y febrero. Otras, en mayor cantidad, las vemos en marzo. Pero es en abril cuando más especies y cantidad de individuos pasan por nuestra autopista. Vuelven para reproducirse y entre la segunda quincena de agosto y mediados de octubre -cuando empeoran las condiciones climáticas, acorta el día y empieza a escasear el alimento- harán el camino inverso. Siempre hay algún caso curioso, como el del halcón de la reina que retrasa la época de cría hasta agosto con el fin de esperar que otras especies inicien la migración postnupcial para cazar y tener más recursos.

Algunas aves se quedarán en la Europa mediterránea pero la mayoría se irán a África. No obstante, el cambio climático está afectando también a sus hábitos y conducta y algunas cambian de destino (no bajan tan hacia el sur) e incluso adelantan la época de cría, explica Joan Sala. El fraccionamiento de los hábitats y el cambio de usos del suelo, con la desaparición de muchas zonas húmedas, las obliga a concentrarse en lugares determinados y dejan de tener presencia en otros donde antes eran habituales. Pero ese no es el caso del lúgano (llueret en valenciano). Si no lo ven por aquí, no se asusten. Es un ave que se alimenta de unas semillas determinadas y si hay buena cosecha, se queda en el centro de Europa. En el caso contrario, como ocurrió durante la última migración postnupcial previa al invierno, busca alimento hacia al sur y es fácil verlo volar por aquí

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