Fábrica del pórtland: cincuenta años del cierre
R.R.F.
Hay cosas que están ahí de ‘toda la vida’, con que tropezamos todos los días, de las cuales nos han hablado pero, en cambio, sabemos muy poco. Me preguntó un compañero de trabajo que era esto que había ante mi casa. “La fábrica del pórtland”, le contesté. Él no es de Dénia y desconocía de su existencia. Le quise explicar cuatro cosas de ella y me di cuenta del poco que sabía. A los cuatro días, pasó una pareja en bicicleta y se detuvo ante el majestuoso conjunto de edificios. “Qué será?”, y decía uno al otro. Supe que tenía que preguntar y tuve claro a quién.
Carles Doménech, profesor de Física y Química durante 27 años en el IES Historiador Chabàs de Dénia, ha hecho un detallado y documentado estudio sobre la primera y única industria pesada montada en la comarca, como él dice, “coincidiendo con los orígenes de la peculiar revolución industrial española de los cincuenta”. El trabajo, que va mucho más allá de la historia de una fábrica que estuvo solo 15 años en funcionamiento, constituye una aportación importantísima a la historia de Dénia en cuanto a su actividad económica en las décadas centrales del siglo XX.
La génesis del proyecto La Dénia del Pórtland se remonta diez años atrás en el IES Historiador Chabás, a raíz de la participación del centro en un concurso educativo de ámbito nacional con un estudio sobre el cemento artificial y su fabricación a la factoría que la compañía Cemesa tenía instal•lada en la Plana, borde lo Pinaret de Elies. Con la experiencia escolar “quedaron muchos interrogantes sin resolver y la curiosidad por uno de los episodios económicos deniers más arrinconado por los historiadores”, explica el autor, fue creciendo en Carles Doménech. Tenía que completar la crónica de aquella factoría a lo largo de sus 18 años de presencia activa en la ciudad, desde que empezaron a construirla a las postrimerías del 1953 hasta la clausura por orden judicial producida el 1971 a causa de las emisiones contaminantes generadas en el proceso de elaboración del producto.
Así que, “abrazando todas las vertientes de su producción, tanto desde la perspectiva comercial, científica, medioambiental, histórica y judicial, como desde la óptica social, laboral y humana de su plantilla”, Doménech comenzó una minuciosa y rigurosa investigación que le permitió entrevistarse con más de 300 vecinos del pueblo que han aportado testigos, imágenes y documentos. Hasta el año 2017, registró y buscar documentación en archivos municipales, en registros mercantiles, la Confederación Hidrográfica del Júcar, prensa de la época, empresas del sector y una serie de instituciones públicas y privadas para averiguar algo más sobre la fábrica y, al mismo tiempo, retratar una época desde el punto de visa laboral. Durante todo ese tiempo, reunió más de 500 fotografías que hacen del suyo un fondo documental importantísimo. Cómo él dice, “la gente no sabrá si es una crónica il•lustrada o un álbum de fotos narrado”.
La fábrica del pórtland tuvo una plantilla que oscil•là, según épocas, entre los 120 y 130 trabajadores. Las suyas instal•lacions ocupaban unos 20.000 m² y para la fabricación del pórtland blanco, que se exportaba por vía marítima, se alcanzaba de arena de Las Dehesas, caolín proveniente fundamentalmente de Asturias y piedra calcárea que se extraía de la cantera del Montgó, a pocos metros de allí y hoy encara perfectamente visible. El trenecito tenía una parada en la fábrica y un ramal desviado para poder hacer el suministro del fuel; estas vías serían desmanteladas a mediados de los años 80. El horno de calcinación funcionaba por la noche y de día, las 24 horas; se trabajaba por turnos.
De estas y otras muchas cosas habla el autor de La Dénia del Pórtland, que se planteó el trabajo con el objetivo de lograr “un registro escrito de los hechos para mantenerlos vivos en la memoria col•lectiva, al mismo tiempo que para alertar a nuestras autoridades municipales sobre la imparable destrucción del legado industrial sufrido en la ciudad, sugiriéndolos la adopción de iniciativas que posibilitan la recuperación y adecuación de los recintos patrimoniales de titularidad privada en estado de abandono como este para convertirlos en lugares referenciales de uso, ocio y disfrute de la ciudadanía antes de que los derrocan”. “La fábrica -añade- se merece por justicia ser recuperada, no solo por el que significa de herencia de nuestros antecedentes industriales como un importante centro de producción, el único gran recinto fabril que queda actualmente en Dénia, sino por el que representó de espacio de experiencias ligadas al esfuerzo de muchos trabajadores del pueblo que no podemos condenar al olvido”.
La fábrica del pórtland -la mina, como también se conocía popularmente- fue clausurada el 18 de junio de 1971. Acababa así la aventura cimentera en Dénia.