Retratos de Calp desde el cielo

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  28/09/2020

Pascal Guilloux presenta cuarenta fotografías con panorámicas aéreas espectaculares

 

DÍDAC VENGUT

 

Retratos de Calp desde el cielo. Las nuevas tecnologías permiten captar imágenes a vista de pájaro que proporcionan una visión diferente a la que estamos acostumbrados. Puede que no sea nada novedoso, porque la realidad está ahí, pero, al menos, llaman la atención porque las fotografías descubren planos de lo cotidiano que no están al alcance de los humanos, excepto si te das un buen paseo y subes a la cima del Peñón de Ifach. Pascal Guilloux, de origen francés pero calpino de adopción, no es un fotógrafo profesional, pero si miras su trabajo puedes pensar que lo es. No utiliza trípode para apoyar su cámara sino los mandos de un drone que le permite hacer fotos y vídeos mientras navega, o más bien vuela, a sus anchas. Es un piloto RPA titulado y el drone es capaz de hacer su misión a 120 metros de altura y desde una distancia de hasta quinientos metros, ni más ni menos, desde el punto de despegue. Los drones de ahora son “fáciles” de manejar porque todo está controlado por GPS, apunta, y tiene una autonomía de una media hora.

            La fotografía aérea ha marcado tanto a Guilloux que le ronda por la cabeza dedicarse a ello. “Estoy satisfecho, orgulloso e ilusionado por lo que he hecho. Creo que esta tecnología te da muchas facilidades de trabajo que luego se pueden aplicar en diferentes frentes”, comenta. “Lo que más me atrae, añade, es que son vistas que nadie va a ver. Veo cosas que la gente no suele ver”. Y para muestra un botón, ya que Pascal ha seleccionado una cuarentena de fotografías –de las quinientas o más que hizo- para plasmarlas en un libro. No hay texto, no hace falta, porque las imágenes hablan y se describen por sí mismas.

            El libro no ha nacido de hoy para mañana sino que ha sido necesario un largo proceso de más de un año con infinitas pruebas, de selección de los parajes a reproducir, de maquetación, etc. Guilloux ha costeado de su bolsillo la edición de 200 ejemplares que han sido imprimidos en Francia con una calidad superior. “Aquí en España todavía estoy esperando que me llamen otra vez para un presupuesto. Tuve que recurrir a unos amigos de mi país y ya está todo hecho”, asegura.

VISTAS PARTICULARES

 

            Muchas de las imágenes parecen estar tomadas desde el mar. Pero Guilloux no se ha mojado los pies ni su cámara tampoco ha tenido ninguna salpicadura. Ahora bien, sí se ha visto atacada y “advertida” –por decirlo de algún modo- por algunas gaviotas que se encontró a su paso, sobretodo en la temporada de nacimiento de las crías, ya que la veían como una amenaza. El libro enseña varios parajes calpinos en pleno amanecer. No es casualidad porque “es el momento más idóneo para hacer una foto. La luz es especial”, comenta el autor. El Peñón de Ifach, como no podía ser de otro modo, es el más retratado desde todos sus ángulos posibles, alguno de ellos poco habitual. “La atracción del Peñón es muy grande, su majestuosidad, y por eso es el símbolo turístico no solo de Calp sino de toda la Costa Blanca”, subraya Guilloux.

            Pero hay otros retratos de diferentes rincones que están a su altura. Ver el edificio de la Muralla Roja, obra del arquitecto Ricardo Bofill, como si estuvieras en el mar y a pocos metros de los acantilados es una pasada. Las vistas desde lo alto del Morro de Toix se pegan a los ojos para recordarlas. El puente del Mascarat parece sacado de una secuencia de alguna película. Y las fotografías de las playas de La Fossa y el Cantal Roig reproducen y descubren las diferentes tonalidades del azul del mar. No faltan en el álbum el humedal de Las Salinas, la Casa del Cocó y una panorámica del puerto con el dique de contención y los barcos amarrados en el Club Náutico.

            Pascal advierte que “hay que seguir la normativa legal para hacer fotos con el drone. Hay que tener cabeza. No se pueden tomar imágenes en el centro histórico o en un parque natural. No pueden salir personas y hay que controlar que el vuelo del drone no moleste a nadie ni interfiera en nada”. Esta tecnología permite no solo hacer fotografías panorámicas y videos sino también fotos de 360 grados. “Puedes hacer una ráfaga de 25 fotos consecutivas que luego se pueden combinar y ver en el mismo móvil”, apunta.

 

UN ENAMORADO DE CALP

 

            Pascal Guilloux vive en Calp desde hace 33 años y habla un español que denota su origen francés. Desde bien niño –con apenas dos años- venía de vacaciones con sus padres y, ya de más joven, pasaba dos meses y medio en la Ciudad del Peñón de Calp, en verano, quince días en Semana Santa y otros quince en Navidad. “Me quiero morir aquí y que mis cenizas se tiren al mar”, así de claro y rotundo es. ¿Qué le atrajo de esta tierra?, le pregunto. “No lo sé, la verdad. De niño iba a la playa todo el día. Antes no había ningún edificio, ni carreteras, ni el paseo marítimo. Recuerdo que íbamos a caballo a la playa por un camino de tierra”, dice. Pero el Calp de hoy en día es muy diferente, la transformación es brutal porque ya no queda ni un espacio libre cerca del mar. “Ahora todo ha cambiado, ya no se ve el mar desde la casa de mi madre porque los edificios no lo permiten. Es lo que hay, no me gusta pero no podemos hacer nada”, confiesa. 

            Ahora se conforma con hacer retratos contemporáneos de su ciudad de adopción. En la última pregunta de la conversación le pido que elija su rincón favorito de Calp. No lo tiene claro y necesita pensarlo. “Uff, no lo sé. Las Salinas están muy bien. Pero es difícil elegir solo uno. Las vistas desde Toix también me gustan mucho. Hay muchos sitios muy atractivos y ahora están todos retratados”, concluye Guilloux.

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