Una Escuela de Verano para combatir la brecha digital
Cáritas de Nuestra Señora de Loreto de Xàbia impulsa una iniciativa que favorecere la inclusión de jóvenes de entre 6 y 12 años
LLUÍS PONS
Joel -nombre ficticio- ha tenido su primer encuentro con una tablet a los siete años. Es muy tímido y habla poco y bajo. Utiliza el brazo en alto para llamar la atención de la maestra, y apenas se le escucha cuando responde con las palabras justas que le gusta la tableta para realizar sumas y restas, porque es como un juego. Aunque prefiere todavía el uso de la “tecnología digital” más elemental, es decir, la de contar y restar con los dígitos de la mano para saber cuántas le quedan. A Claudia -también nombre del imaginario- se la ve más espabilada y diestra en el manejo de la tablet. Y también con las matemáticas, que asegura le gustan y se le dan bien.
Son dos de la treintena de jóvenes escolares que participan en una Escuela de Verano impulsada por Cáritas de la parroquia de Nuestra Señora de Loreto de Duanes, en Xàbia, y que se desarrolla durante los meses de julio y agosto. Es un modelo de escuela de verano que responde a la nueva normalidad y a la lucha por encoger la brecha digital y la desigualdad educativa que ha generado la pandemia. Hasta ahora se llevaban a cabo durante el verano a través de la parroquia otro tipo de iniciativas para el entretenimiento de los más pequeños, más de formato lúdico.
Sin embargo, la necesidad apremia. Según datos que baraja Cáritas Española, en uno de cada tres hogares ha bajado el rendimiento escolar y los estudiantes han tenido dificultades durante el último trimestre del curso -el periodo de confinamiento- para continuar su actividad desde casa, tanto por la falta de dispositivos y conexión a Internet como por dificultades de carácter personal, social y cultural. “Muchos no han podido recibir ninguna ayuda en casa para hacer los deberes, porque los padres ni tan siquiera entienden el valenciano”, señala Lucía, una de las maestras que dirige los grupos de estudiantes. “Algunos son recién llegados a Xàbia y tienen muchas dificultades de adaptación e integración, y necesitan mucha ayuda”, aclara.
Para la otra maestra, Noelia, que todavía está estudiando para ampliar su formación, ha sido su primera experiencia como docente y se manifiesta “encantada de la vida”. “Asisten a clase con muchas ganas, y ves cómo se estimulan y expresan sus inquietudes y dudas”, añade.
La mayoría no conocían hasta ahora ningún otro recurso telemático más allá del móvil, que los más mayores -los de 12 años- han venido utilizando exclusivamente para fines lúdicos o para conectarse en redes sociales. “Ahora les estamos enseñando muchas más utilidades, como por ejemplo a preparar y enviar un correo electrónico como es debido”, aclaran las maestras.
CORRESPONSABILIDAD FAMILIAR
“El covid-19 ha provocado una crisis sin precedentes que ha afectado también a la educación”, ha señalado Inma Vilardebó, portavoz de Caritas de Duanes. “Nadie estaba preparado para el nuevo modelo que ha dejado la pandemia, y pese a todos los esfuerzos, también de las administraciones, muchos niños han quedado aislados por no disponer de medios”, aclara.
La organización ya detectó esta problemática incluso en marzo, el mes que estalló la pandemia y se instauró el estado de alarma, y se puso en marcha de inmediato. En esta línea, Caritas Española acaba de suscribir un Manifiesto de más de cien organizaciones de la sociedad civil y 90 personas representativas de esta en defensa de una educación equitativa, inclusiva y de calidad para todas las personas frente a la crisis del coronavirus, tanto en nuestro país como internacionalmente.
“A nosotros en Xàbia nos gustó esa propuesta y tuvimos que recurrir a la imaginación para concretar un proyecto y recaudar los fondos para sufragarlo”, recuerda la portavoz. Y así fue como se implicó a CaixaBank y la Fundación la Caixa, entidades que respaldan desde hace años proyectos contra la pobreza infantil y la exclusión social.
Luego hacía falta algo más, también muy importante y que Caritas siempre tiene en cuenta. “Las familias tienen que colaborar y ser corresponsables cumpliendo con el programa”, matiza Vilardebó. “Nosotros nos preocupamos desde siempre por la inclusión no solo de los niños, sino también de las familas”, insiste.
HÁBITOS DE HIGIENE Y DE SEGURIDAD
Los alumnos se distribuyen en cinco grupos dependiendo de la edad, y con un máximo de 10 jóvenes por grupo. Están asistidos por las dos maestras y una persona de refuerzo. Y se siguen con una gran pulcritud los protocolos que establecen las medidas sanitarias y de higiene, y que les sirven también a los alumnos para asimilar los hábitos. Mascarillas, limpieza de manos, toma de temperatura… incluso disponen de una aula donde aislar el alumno si se detecta que tiene la temperatura alta en algún momento.
En definitiva, una experiencia muy adecuada a la nueva normalidad y que beneficia al conjunto de la sociedad. Al menos estos jóvenes no tendrán tantos obstáculos a la hora de reincorporarse al curso escolar, que sin duda vendrá marcado por las nuevas pautas derivadas de la pandemia.